LIDERAZGO EN LA ESCUELA DEL SIGLO XXI

¿Qué elementos se reúnen en la escuela escuela más innovadora?
¿Qué elementos se reúnen en la escuela escuela más innovadora?

Cuando Alfredo Hernando se aventura en su viaje en busca de la escuela del siglo XXI, se interna en los pasadizos asombrosos de una escuela diferente, descubre una nueva forma de hacer escuela, una donde también el liderazgo efectivo se hace presente.

Acompañado por su capacidad de asombro, va descubriendo que hay una primavera educativa, tal vez aún incipiente pero esperanzadora.

Durante este viaje sus esquemas mentales se van trastocando paulatinamente. Lo que llevaba al inicio de su viaje, respecto a la idea de una escuela, quedaba trastocada absolutamente desde sus cimientos. Por supuesto estas escuelas del siglo XXI, no surgen de la nada, son el resultado de una gestión educativa disruptiva y de un liderazgo efectivo.

La normatividad surge después de las innovaciones.

¿Pero cómo innovar pensando en las normas establecidas entonces?

El origen del cambio en las escuelas

Ante la urgencia de una escuela renovada, se requiere de un movimiento que trastoque desde sus cimientos la organización, la estructura, la política pública, la normatividad y la cultura. Se requiere modificar lo que impera en la escuela actual.

Lo anterior representa un reto nada fácil para quien lo quiera intentar. Por que implica navegar contracorriente, cuestionar el statu quo, romper paradigmas y exponerse al cuestionamiento.

Lo establece con mucha claridad Hernando, cuando refiere que la mejora de la educación pasa por la mejora de las escuelas. Este cambio se gesta en las conversaciones, en la revisión de los horarios, de la evaluación, de la metodología… en definitiva, de las acciones cotidianas del día a día.

Podemos impulsar cambios sencillos basándonos en la investigación y en las experiencias de éxito. La transformación de la escuela en el presente es imprescindible para la prosperidad de nuestro futuro.

Resulta muy difícil aprender por proyectos si no estamos preparados para trabajar en equipo.

El trabajo en equipos y los roles son elementos imprescindibles para poder programar proyectos.

A su vez, el aprendizaje cooperativo se sostiene en una cultura del pensamiento compartida entre alumnos y profesores.

(Calvo, 2015)

EL aula del futuro, en el siglo XXI

Concuerdo completamente con Hernando en que un aula del siglo XXI debe ser es un espacio emocionante.

Un lugar donde sea posible aprender, descubrir, organizar y transformar tanto el mundo que nos rodea como a nosotros mismos;.

El aula ha de ser divertido, estimulante, esforzado, retador, apasionante. Un espacio donde no se confunda aprendizaje con repetición y olvido, sino que sea sinónimo de comprensión, creación, creatividad y sentido.

El aula del siglo XXI ha de ser diferente al tradicional. Aquel espacio rígido organizado con sillas distribuidas en filas y columnas. El cual esta organizado en torno a un docente que habla la mayor parte del tiempo.

Sin importar cuanto hable el docente, se le entiende poco, y lo peor de todo, logra pocos aprendizajes en los estudiantes.

El aula del siglo XXI no debe limitarse al espacio acotado por cuatro tristes paredes grises. Este ha de abarcar otros espacios como los pasillos, áreas abiertas, bibliotecas, entornos deportivos, huertos escolares, centros comunitarios, el hogar, etc.

El docente en el aula del futuro

El profesor se convierte en este espacio en un diseñador de experiencias de aprendizaje. Es quien organiza el contenido de aprendizaje de acuerdo a una secuencia de actividades.

Para lo anterior es preciso lograr una mayor implicación de los alumnos en la negociación de tiempos, de estrategias y de herramientas; en un proceso puesto al servicio del desarrollo integral.

En este sentido el docente ha de incentivar el aprendizaje a lo largo de la vida, favoreciendo experiencias que permitan al alumno redescubrir la pasión por estar vivo. Estas actividades han de permitir al aprendiz descubrirse así mismo y al mundo, desde la escuela.

Es en el aula del siglo XXI que el docente rescata su propia capacidad de asombro respecto a lo que cada experiencia de aprendizaje logra en la motivación del alumno.

Logra que el alumno se movilice incentivado por el gusto de construir sus aprendizajes.

El trabajo colegiado se transforma

El docente abandona su egocentrismo para transformarse en parte de un colectivo que se articula en una armonía intelectual. Es en esta amalgama donde podrá encontrar las mejores experiencias de aprendizaje que se llevarán al aula.

Cada individuo en el colegiado ha de construir privilegiando la diversidad, las diferentes formas de pensar, proponiendo sus propias ideas y valorando las ajenas.

En ese espacio de construcción el docente se habrá de sentir cómodo para construir en la confianza de que existe el respeto a las opiniones sin importar qué tan divergentes sean.

Justamente esa diversidad será la que enriquezca la construcción conjunta. Por lo tanto, se requerirá que desde los diversos niveles de autoridad se otorgue el espacio necesario para que la creatividad florezca.

Se requiere de una libertad para poder cuestionar los procesos y las normas, que han llevado a configurar la práctica educativa tradicional, que hasta ahora genera pocos resultados; lo anterior demanda de una capacidad de escucha que se ha de desarrollar en cada miembro del equipo

No es nada fácil lograr lo anterior, pero tampoco imposible. Se requiere sumar voluntades y construir una nueva cultura institucional. Es necesario romper los viejos paradigmas establecidos para los diversos roles, sobre todo en los de autoridad.

Nuestra propia escuela 21: Una maravillosa experiencia

Conocí a Hernando en 2016, cuando dictaba su conferencia magistral donde daba a conocer cuáles eran las características que definían a las escuelas más innovadoras del siglo XXI.

En su libro Viaje a la escuela del siglo 21: Así trabajan los colegios más innovadores del siglo XXI, Hernando documenta las prácticas exitosas recopiladas en su viaje por todo el mundo.

Inspirado por las ideas de la primavera educativa, del 2016 al 2019 con un colectivo docente forjamos nuestra propia escuela 21, al mismo tiempo que se articularon elementos importantes en la gestión educativa para poner en relieve un liderazgo efectivo necesario para transformar la práctica educativa

Ese liderazgo efectivo lo fue en tanto involucró el sentido de responsabilidad y compromiso del equipo trabajo, para compartir el protagonismo en tareas y funciones diversas, transformando las inercias instaladas, para lograr las sinergias pertinentes, obteniendo con ello, logros significativos en los resultados de aprendizaje.

Nos convertimos en testigos y actores de la transformación de una escuela tradicional en una escuela enfocada al aprendizaje, con resultados sobresalientes. La convertimos en una verdadera comunidad de aprendizaje. Fue un proceso muy enriquecedor, tanto en lo profesional como en lo personal.

En esos tres años vivimos una maravillosa experiencia que nos dejó vivencias únicas que han permitido crecer a todos.

Esta experiencia constata que es posible, que mediante un liderazgo efectivo, se logre lo que Hernando propone: “necesitamos transformar nuestras escuelas para convertirlas en los centros de crecimiento vital del mundo”.

La demanda de liderazgos, en la escuela del siglo XXI

Pero para que esta primavera educativa prevalezca necesitamos desprendernos de los egos.

Desde una postura muy humilde, necesitamos enfrentar la aventura de mejorar la tarea educativa a la que nos dedicamos, y esta es una asignatura pendiente.

Se requiere continuidad, los proyectos educativos requieren que en los roles de autoridad se sigan impulsando estas iniciativas. Se requiere revalorar el esfuerzo, más aún, al interior de los colegios que lo están intentando.

Ahí es donde se requiere que exista un liderazgo efectivo que pueda valorar la construcción que han realizado los miembros de la comunidad. Se requiere de un sentido de humildad para poder valorar el esfuerzo ajeno.

Se requiere ser visionario del bien social que representa la educación, para mantener una perspectiva en la que se valore lo construido y aceptar el reto de continuar con la obra.

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